Fue cuando te conocí
Lina Ru
Fue cuando te conocí
Siendo ayer, cuando conocí el milagro, esa esperanza perdida en la callada calle amarga, crucicanto, tormenta de arcoíris, divisando a lo lejos el brillo de ojos tristes, pero nunca amargos, nunca callados, llegando a conquistar. Tiemblan los labios al tan sólo pensar cuántas noches perdí, sí, las perdí, por no tenerte a mi lado, por haber creído que la vida seguiría su camino, sin pensar más en nosotros, en esa manera de existir. ¿Será que las nubes tienen frío? Nos ven, se entristecen, se enloquecen, al no vernos más, esas nubes, que nos lloran, atravesando su alma, tristes ecos, relámpagos que conocían el arcoíris que goteamos, al dejarnos ser pureza, transparencia que revoluciona al espíritu dormido en crucicanto: Ese milagro que transfunde, calma a la tormenta, dulzura a la esperanza, levanta a la fantasía y la enciende en vida. No era suficiente, nunca lo fue. Las estrellas no brillaban lo suficiente para fugar, era el milagro que conocí, lo que me hizo pensar, en eses ojos tristes, en ese vivir que a veces parece morir, dormir, soñar, decir, pero calla. No calles más. ¡Dime! ¿Conociste, tú también, tan bien, a nuestro milagro?
El crucicanto es el dolor que canta, como el momento en que nace un nuevo ser. El grito de una madre, pero el canto de alegría que yace en tal dolor. El dolor no es un centro del que huimos, a veces, se acepta porque se intuye el canto que está detrás.