¡Cuánto añoro!
¡Cuánto quisiera salir a la calle,
abrazar al mundo ahogado en dolor
y robarles su ardor!
¡Cuánto añoro un mundo
que observa al que llora,
que empático lucha por el amor!
¡Cuanto añoro un lugar de paz
donde pueda reposar mi corazón
en los cielos y las tierras sin miedo
a ser masacrada por la ambición!
¡Cuánto quisiera
que no hubieran murallas,
sino puentes
que no hubieran maleficios,
sino inocencia,
que no hubieran artificios,
sino franqueza,
que no hubiera codicia,
sino pureza!
¡Cuánto añoro soltar mis deseos
y volverme una nube fértil
de caricias y besos aniñados
donde no hay sufrir!
¡Cuánto añoro vivir en un mundo ingenuo
que sólo conoce la divinidad del infante
para ser feliz!
Eloy Andrade Goyanes dice:
Muy lindo Lina, no dejes de escribir. Me ha encantado. En especial esta estrofa:
¡Cuánto quisiera
que no hubieran murallas,
sino puentes
que no hubieran maleficios,
sino inocencia,
que no hubieran artificios,
sino franqueza,
que no hubiera codicia,
sino pureza!