Sí, para la eternidad
después, la nieve se empezó a extinguir,
el sol empezaba a respirar,
y yo, cerrando los ojos,
ya no había más que observar.
El tiempo merece latir,
estando muerto no deja de afligir,
caen rosas sobre el corazón desgarrado,
la esperanza vive sin fin.
Los colores templan las voces aturdidas,
una y otra vez, lágrimas cobran vida,
y yo, abriendo los ojos,
ya no volvería a agonizar.
Sí, traes a mis ojos alegría,
antes, la lluvia ahogaba el capo floreado,
la luna dejaba de sonreír,
y yo, soñando,
ya no habría obscuridad para dormir.
La vida decidió,
partió los caminos,
tejió un nuevo cielo,
caminando hasta el amanecer
y volé.
Mis alas surgían entre sueños,
una y otra vez, extendía mi alma,
y yo, tocando tu cara,
yacía en ti cada palabra harmónica
para no dejarme morir.
Sí, traes a mis oídos melodías,
ahora, el viento susurra notas suaves,
el espacio se volvía mío, hasta para vivir,
y yo, con las alas extendidas,
ya no habían aves en tus noches frías.
Fui para siempre,
la luz en tus ojos,
la lluvia en tus labios,
la música en tus oídos,
y tu, perforando cada sentir de mi corazón,
ya no había mas que esperar,
amar era para nuestra eternidad.