El dolor que llevamos dentro
Lina Ru
El dolor que llevamos dentro
El dolor que llevamos dentro, lo ocultamos, lo negamos, lo llenamos de televisión y así, se llega a ser indiferente lleno de billetes quemados y palabras furtivas. Y creen que todo está bien, el dinero lo resuelve, sin reconocer el dolor ni que lo causa. Yo no quiero vivir más en este mundo frívolo, de etiquetas vacías y precios a la moda. Busco otro lugar, uno que me reconozca, que me ame con la misma compasión que me tenían cuando era niña. ¿Por qué dejamos de amarnos? ¿Por qué nos volvemos soldados armados cuando se nos arruga la cara? Soy el frio. El mundo es impalpable, quizá estoy muriendo, pero esta muerte se prolonga segundo tras segundo, tantos segundos que huelo a vejez. Soy la tristeza. La guerra nos sigue como enfermedad mental, vemos trincheras donde hay mazorcas, vemos vicios donde hay flores, vemos ladrones donde hay pobres. Soy la ira. ¿Y todo por qué? Por unos cuantos que ríen por nuestro infortunio, todo por haber nacido en el pesebre incorrecto, nacido con una madre cansada de dar todo lo que tiene sin recibir el agua que la nutre y un padre que se enfrenta a un sol que todo marchita. Y así, día tras día, la muerte nos recuerda que el dinero no la compra, pero si pudieran ¡Oh, cómo lo gozarían! El poder sobre la vida misma, ¡qué ironía! Sólo los pobres morirían. ¡Cuánto más hemos de aguantar antes de pensar más allá del tacaño que pierde la razón! Soy culpable. No lo niego. Ya no sé ni que hacer. No quiero despertar al dolor que nos espera una vez destetada la televisión. En ese círculo vicioso nos encontramos: Si vemos, duele. Si ignoramos, huele a la basura que dejamos porque esa no desaparece, se manda al tiradero y ese crece y crece creyendo que sin verlo desvanece. Ya no podemos más, pero somos cegados por lo mismo que nos libera, la comunicación. ¿Cómo salvarnos de nuestra propia condición humana? ¿Qué hemos de hacer para salir de esta maraña que hemos construido? Regresar a ver al mundo con inocencia, ver a viejo con la misma compasión que al niño, ver al ciego con la misma dedicación que al hijo, ver al trigo con la misma consagración que al vino. ¿Se podrá? No lo sé, pero si no regresamos al equilibrio donde el amor nos hace amigos todo lo que tenemos se perderá y aprenderemos del dolor que ahorita tenemos el lujo de ignorar, pero llegará el día que no se podrá ignorar y ¿qué será de nosotros? Pan y circo, hermanos, pan y vino, eso será de nosotros.
Jesus dice:
Muy bueno.