Un adiós arrepentido sin más de ti
pendiente de la última sonrisa,
desvanezco en el ayer.
No fui una realidad,
suave despertar
de esos redondos golpes del alma.
Quizá fui yo,
envuelta de lágrimas doradas,
el triste anochecer de mi existir,
perfume inadecuado de tu piel.
El silencio comentó, la gota lastimada,
el peso imprime en mi alma presionada,
el amor desvanecido,
lo poco que dejaste, me dejó,
huyendo de las voces solitarias,
esas vividas en ti.
A veces, quisiera encontrar en el atardecer
un camino soleado,
sabiendo, pensando en ti.
Si tenía tu ser y lloraba el olvido,
quizá fue porque nunca te quise tener,
estando ahogada en la despedida
siendo que rechazo mi alejar.
Tengo que navegar en mi desvelo, estoy caída,
por el tenerte y la falta de tu alma desnuda
en mi desecho pecho perdido.
Fue éste el adiós,
ese sin voz unos ojos mirando
hacia donde no estas tú,
tú viejo amante,
tú aroma de mi piel enamorada,
tú creencia fiel al extrañarte,
al esbozarte, al fabricarte, al amarte.
Por última vez,
te miré, escena desvastada,
ya no estabas, nunca fuiste mío,
enamorado de tu brillo,
dejaste en mi boca mi adiós.