En aquel febrero
descubrí el tesoro del amor,
febrero encandilado por el mirar decidido a perforarte,
alcanzar las entrañas de tu extrañar.
Mi tristeza parecía revolotear
entre mariposas y penetrante hermosura,
juntos en un desear desconocido,
estorbando mi respirar encontrado en tu voz,
la suplica reciente, parecía dejar mi pasado
en aquellos brazos tuyos,
el tiempo se fue ahogando
entre nuestros dedos encontrados,
fabricantes del palpitar hechizado.
Vuelto realidad en voces de amor,
en manos adheridas en carne y piel,
hasta nuestro cesar.