Esfera pintando
el encuentro nos marca,
el reloj puntual menea su segundero,
tratando de prevenirme, de provocarme.
El cielo dejó el celeste,
invadiente el reflejo de la esfera,
delimitando mis caricias,
enriqueciendo el perfume azucarado,
inyectando simbolismo en toda una vida derogada.
El delito consumado,
en una estela de desidia,
se convierte en el combatiente trasnochado,
fantaseando el aroma inventado
por la duna sin carisma.
Los colores irradiantes,
del deleite consumado prescribían al enmohecer,
las miradas enlodadas de la esfera enamorada.
La tela me cubre,
enreda entre teñida,
parece drogada,
por el chupe destinado,
remembranza al asecho,
agujas en mi latir partido,
encuadernado por la entrega marcada de mi amar.
Volviendo a mirar la esfera perforada,
siendo la razón del difuso colorido,
derrama granada,
gotea el empedernido,
ese rechazante del edén regalado.
Heriste la honradez,
apaciguaste el amor,
pendiente del infierno decidiéndote pernoctar,
mi alma disipó el día,
perteneciente al olvido.
Cadenas luchadas dejaron el coexistir,
para respirar vid sin ti,
creyendo en vano,
perdiendo el delicado velo de mi mirar,
olvidando tu amar.