Guerra de perspectivas
Lina Ru
Guerra de perspectivas
En la guerra de dos juicios, está tu perspectiva y la mía, se diluyen como agua en un manantial de ilusiones. Llamas a la puerta me dices lo que es justo y al no ceder a tu capricho, empeñas tu mirada por una muletilla que te detiene la voluntad. Te mantienes cautivo a la tempestad, aquella que anhela pierdas tu mirada por céntimos de metal. No sé qué hacer, si rehusar el instinto a la violencia o dejarme convencer hasta verme perdido entre las olas del desasosiego sobre las cuales nadas. Lo logran, te corrompen el mirar, te pierdes y me resuelvo aprender de tu vicio. ¿Te renueva la violencia? Báñate en el agua de tus juicios inmundos, pero ¡déjame en paz! Ya me cansé de beber tu instinto fantasmagórico como resabio que aclama poseer la vara de la razón para controlar lo único que no puedes tener, a mí.
La violencia que lleva la sociedad no viene de una fecundación mágica, sino del mismo interior del individuo. En sus decisiones, se vuelve loco por tratar de comprender en dónde se esconde la paz. La busca en lugares exóticos como en las cosas que compra, pero en esos viajes lo único que resuelve es preguntarse: ¿Y luego qué? Los que no logran lo que quieren, siguen en ese patrón de luchar tener para sentirse bien. Y el que lo logra, comprende que tener lo que tanto anhela no resuelve nada y para satisfacer ese ciclo, vuelve a anhelar con mayor expectativa y dificultad. Piénsalo. ¿Seguirás deseando sin parar o te preguntarás de dónde viene la violencia?