Historia gloriante
entre colchas dobladas
sosteniendo mi pecho,
lugar de sombría nostalgia
y lluvia cayendo de mi piel.
Veía a lo remoto,
enfrentando la neblina salada,
la historia gloriante,
aquella intocable,
aquella amarrada a mi mente,
empezó con la escapatoria del sol,
sumiso solaz,
tan lleno de adhesión,
efusivo delirio
Por cualquier inspirar.
Siendo yo,
el aroma secreto
transfundiendo
hasta su piel.
Alegría
parecía nuestro nombre,
quizá por un año,
dos a lo mucho
y comenzó el desfile,
la quebrante del inmerso y azul,
convocó a los astros
terminando en agua y acero,
gotas hasta mi perennidad,
quizá por meses,
un año a lo mucho.
Un día como uno conocido
derogó la vida,
para los inmundos,
para los desahogados,
Para los llorados.
Me encontraba entre ellos,
el inhalar se volvió parvo,
volcando mi mirada hacia acullá,
lápidas sucumbaron,
dolor en mí.
Todo finiquitado,
la orquesta tenía el susurro
de las cuerdas ahogadas
en lágrimas,
cerrando los ojos
debajo de la tierra,
cambió la perspectiva
del enluto.
Lo parecido a la noche,
empezó a brillar,
las esquinas
obtuvieron redondez.
El cielo era el inicio,
era mío,
era el soplo,
era el nublo,
era el océano,
era el destello
de las sombras,
el umbral
del fin,
yo aquella
dócil leyenda viajando,
en el universo,
libre al disipar,
al fin.