Juego del balance
Lo que piensas ganas,
te hace equitativamente perder.
Lo que piensas pierdes,
te hace equitativamente ganar.
Porque el juego del balance que rodea tu vida
no te permite tomar más de lo que se te quitará,
ni dar más de lo que se te dará.
Sucede que en el romántico balancear de tus ilusiones,
se encuentra la capacidad de observar
lo que parece curiosamente obscuro.
Si tuviéramos la habilidad de constantemente analizar
cuáles son las reglas del juego que nos concedió nacer,
¿podríamos vivir en plenitud?
Si das, te darán.
Si quitas, te quitarán.
No esperes que lo dado
sea de la misma naturaleza
que lo entregado;
no esperes que lo quitado
sea de la misma naturaleza
que lo tomado.
No confíes en tu instinto débil de dar lo que te sobra,
que de la misma forma te darán las sombrías sobras.
Concéntrate en entregar lo que más te gusta,
que de la misma forma te darán los más inesperados gustos.
Si lo logras, y lo quitado, se vuelve lo dado,
verás como dejarás de perder y ganar,
ya que nada existirá para golpearte
y el balance se volverá tu caminar.
Sentirás el dulce de la estabilidad,
y aquella impotencia se transformará
en la fuerza que te llevará a la seguridad.
Y si lo intentas, pero parece que nada es suficiente,
no te desesperes, espera y toma conciencia,
que lo que antes veías, ahora tiene que desaparecer.
Todo el que cuenta que pasó por ahí,
tuvo que aprender a ser honesto consigo mismo,
siendo que a veces, en la batalla del balance,
por ser tan grande nuestro deseo de tener,
nos inventamos lo que damos,
sin haber dado por igual.
Si no lo logras, queda esperando la fe,
no somos vinos perfectos de añejo sabor,
sino somos aves perfectibles de diferente color.
Si no lo logras, queda el momento de comprender
que algún día hemos de aprender:
A observar sin esas importunas creencias
logrando tomar a la verdad entre nuestros actos
sin tener que seguir cegados
por el velo de la triste violencia
y la despiadada impunidad.