La escamada
deseos
desierto,
envuelvo
mi templo
en ti,
se dice,
se supone,
la naturaleza
de la serpiente
vive en mí,
arraigante
se previene la arrogancia
encarnante en mí.
Si navego
en la despedida,
despegando mi anhelo
del fulgor en tus perlas
entre abiertas
sollozando,
oxidando
el arrumaco,
arrugas en mi arrollo
de fugacidad
prologando la querella.
La leyenda recuerda
al rey en reyerta,
pendiente a mi estela,
se eleva al deleite humano,
liviana aspereza
del doloso gusano,
lucha por perderme,
por nidar en ti.
Desconcierto formó vaho,
lanzó la boa penetrando mi aliento,
cubre la ligera llovizna al morir,
dejé las escamas,
me convertí en este inhumano,
con dermis y fiel
al latir de un corazón embelesado
del aroma a ti.
No fue amor,
no fue hechizar,
terminé un camino
para otorgar
mi vid al vil,
vida en el río caducado,
aquel soberano
infiel simuló mi demasía,
con el cuerpo elevado
en la soberbia
de los astros finiquitados,
alcanzo la tierra
de tu transitar,
arrancando tu aliento,
te rapto la ligereza,
respiro y piel,
te alejo,
te caduco,
en mis ajenos brazos,
viviendo el espiro a ti.