La ligera
pretendo herir
a la pluma esclava
de mis sueños,
su toque cortante
llega irritada
por su serenidad.
Vino entonces,
el sensible papel,
envolvió a la ligera,
tenía el rapto
en su doblar,
no buscaba amor
sino eternidad
en un lugar fugaz
como lo es este,
hogar.
Se fueron,
quizá con el hálito,
nunca hubo pasión,
no había expiración,
sólo condena.
Habían vuelto
al abismo de su escape,
ningún lugar,
al paraíso inexistente,
vivía solamente
en su pensar,
nunca muerte,
sí desdeñar,
triste tiempo,
no las olvidó,
la ligera falleció.