Le hablo al tiempo y ellos creen que soy viejo
Tiempo, ¿dónde está?, a veces dice moverse, pero no lo hace. Tiempo, llama y olvida, no le importa. Tiempo, cara y cruz, no sabe soñar conmigo. Tiempo, me ha dicho que no quiere venir conmigo, pero lo hace, se viene. Tiempo, ¿dónde queda la ilusión? ¡Dime, tiempo! ¿Qué haces? ¿Qué harás? ¿Moverás al destino y me dejarás? ¡Dime, tiempo! Y si quieres, no, pero acuérdate de que estoy ahí, por fin al pendiente de ti. Si tú a mi lado estás, sin hablar, dime que que aún soy válido, acepta que si estoy contigo es porque me das a respetar. Al menos tú respétame, sentado aquí, con las manos sobre mis piernas, mientras te veo, tiempo, en mis arrugadas manos. Te vi cuando cruzaste mi camino y me dijiste que alguna vez tendrías que pasar por aquí, pero no te creí hasta que me vi así. Verme así, sólo en esta silla, y a mi lado, mi enfermera, quien cree que soy viejo, sin saber que ella pasaría por lo mismo, sin saber que ella estaría en el mismo lugar, en otro día, sin mí, pero sola como yo, y a su lado, otra persona como ella.
En fin, espero dar a reflexionar sobre la gente de edad avanzada que muchas veces, si fuéramos ellos, no les haríamos lo que hacemos. Ellos siguen su vida con la esperanza de ser escuchados y sobre todo valorados. Y sí, comprendo, a veces no dicen nada productivo, ya que hay hombres y mujeres que no viven para buscar la sabiduría, y siembran a través de su vida odio, rencores y egoísmo, pero a veces… Se esconde ahí un tesoro que no habla, sino hasta que se les pregunta lo correcto, hablan. Los adultos sabios, callan, ¿Qué esperan para preguntarles lo indicado y hacerles hablar? ¿Acaso sabremos escuchar? ¿Acaso serás un sabio cuando te vuelvas mayor? ¿Trabajas para ti o para los demás? Y así, te diré lo que vivirás. ¡Piénsalo! Nota escrita en el 2009.