Nunca mas menoscabo
por esta impotencia,
sed de justicia,
es tan doloroso,
tan penoso de conocer
esta cruda realidad,
de un pueblo viciado.
Aquellos buscando saciarse
no encuentran más
que el peso de sus propias lágrimas,
desesperación y silencio.
Se habla,
pero se oculta,
se exclama,
pero se revierte,
en este pueblo cuyo dolor radica
en su resquemor.
De nada sirve el llanto,
ni los gritos de auxilio,
nada te cubre con su manto,
sólo la fe.
Esa fe,
mantiene vivos
a los afligidos
cuya vida se corroe
con el paso del tiempo.
Nadie llora por ellos,
sus palabras silenciosas
tratan de llegar a la rectitud
de una nación violada.
¿Quién se atreverá a reformar
tantas mentiras y desidia?
Aquí, lo hago yo,
Pero, ¿De qué sirve?
Si aquí,
nadie escucha,
sino oculta la verdad
con sus omisiones.
Es tan duro,
tan frustrante,
ser pisoteado por el poder,
luchar por años, y aún,
ser el vagabundo condenado
a pugnar lo ya disputado
con falsedad.
Las lágrimas duras ya,
por el paso de los años,
se convierten
en piedras
en el camino,
en esta lucha interminable,
donde los golpes caen por doquier.
Sin huaraches,
vivimos con conciencia,
una dura realidad,
la muerte de la vida
por una causa
que nos mata lentamente.
Nadie se atreve a ver,
a llorar con nosotros,
vivir la carencia de vida,
que esta incapacidad trae.
En sus túnicas blancas,
hablan los fantasmas
que creen conocer el dolor.
Se podría huir,
pero entonces la justicia
acabaría de morir,
a pesar de no poderse más.
Una vez vivido,
se podría llorar eternidades,
valientes los que dejan el llanto
y deciden olvidar su vida,
su falsa ilusión de equidad.
Otros deciden vivir con el mundano poderío,
siguen sus pasos al pie de la letra,
se envician,
se drogan en la promesa de ser intocables,
parecen nunca arrepentirse,
nada les duele ya,
viven en sí mismos,
pierden todo control de sí mismos,
viven estando ya sin vida.
Se les ve en los ojos
sin vida,
sin emoción,
sin pena.
El sudor,
su voz quebradiza,
su boca seca los delata.
No son,
ni serán infalibles
como llegan a suponer.
A pesar de tanto llanto, dolor,
hay esperanza
de que alguna vez brille el sol
donde casi nunca se deja ser visto.
Queda detrás de todo,
la mirada en alto,
por nunca haber vivido mentiras,
ni menoscabo.
Llegará, entre tanta falta de vida,
el día en que por un momento
en el cielo se oigan las voces
de todos los que eran callados,
como un canto
que sonará por siglos y siglos sin parar,
contará las historias que debieron ser contadas,
así se vivirá
lo que se trunco en el pasado.