Olor a paraíso
Lina Ru
Olor a paraíso
Si te hubieras atrevido a vivir, si me hubieras abrazado con el alma hoy, estarías aquí, no dejarías los sueños en el camino perdido, aún así, está bien. No creía, no sabía, no entendía, quizá la locura de mi alma siente la frescura de un nuevo día. Conociendo la tristeza, conocí la muerte, aún así, no morí. En el camino, perdí mi sonrisa, por algún tiempo confundido, no era eso suficiente para dejarte volar, mi vida se llenó de formas irreales, me elevé hasta el fin de mundo, y encontré otro paraíso sin final. La sonrisa regresó, recuperé tantas cosas perdidas, el antiguo yo, que anticuada llegué a ser, y se sobrevivió la crueldad de vivir sin ti. Sobre el campo tendido llovió, llovieron flores azucaradas, el amor se rindió a mis pies, me acerqué al suelo, viví el olor a paraíso. Fue al atardecer cuando volví a caminar, me miraban ansiosas, las flores sabían dónde vivía el amor, no necesitaban conocerte, me veían. Te conocían a través de mis ojos, te lloraban a través de mi piel, te hablaban a través de mi ser, aún así, no creías, no sabías, no entendías. Por eso así debió ser, quizá el destino jugó, pareciendo perder, gané. Gané cuando las mirabas no bastaban, cuando los duendes del tiempo fabricaban mis deseos, cuando las hadas de azúcar alcanzaron a la esperanza que perdida luchó por tomar lo que no le pertenecía. Nunca se luchó, nunca se perdió, nunca se vivió, nunca se murió. Si me hubiera atrevido a abrazar el vivir, el cielo nunca hubiera dejado de sonreír. Si me hubieras abrazado con el alma, el arcoíris nunca hubiera dejado de cantarte. Es así, como me convertí en el deseo fugaz, en una noche que olvida la manera en que los sueños nacen, cuyo camino sigue a la esperanza hasta la eternidad, esa que no quisiste conocer: El cielo se volvió que refleja el campo tendido, la tierra convertida en un alma sincera, el mar encontrando a la sonrisa serena y yo, viviendo el olor a paraíso eterno.