¡Regrésame la Luna!
condenábamos al olvido por ser tan cruel,
sospechábamos del reloj,
ese asechante criminal de nuestro amor.
En cada cuarto nos miraba,
ahí se hallaba,
deseoso de robar nuestro aliento,
a veces en la noche sentía entre tus brazos,
la despedida de mi vida,
y encandilado volvía a levantar el sol.
Es así, como nuestro llorado amanecer
se llenó de bruma,
ese día de tu marchitar,
recuerdo tu cara rosada,
tus ojos perla negra,
tu aroma delirio de tu existir.
No me fabricaste un río,
trajiste el salvamento al tocarme,
espíritu hundido en doliente soledad.
Fue ese día, se rompió,
estalló en mi cara,
el reflejo de nuestro ayer,
mis ojos dejaron de contenerte,
y aquel vigilante pareció sonreír,
lo logró, nos mató.
Al robarnos el futuro,
se llevó mi alma,
te llevó a ti,
suave tirite de esta alma mía,
tengo pendiente el latir de mi alma
mientras no estas tú,
esa parte tan mía,
así como tuya,
esa manera de sentir la luna en tu piel,
me hace odiar al recuerdo,
ese duro habitante de mi amar.
Le grito cada noche a los astros,
¡Regrésame la luna!
En mi piel impregnada su aroma,
tengo mi sentir atrofiado,
en la remembranza a ti, y así…
Fuimos el lago cuando no habían lágrimas,
cantábamos en el solitario tener,
culpábamos al señor dueño del tiempo,
nos robó.
Estoy ahora en la nieve de tu tumba
impregnada de esta soledad,
tan doliente, tan culpable,
como tu y yo,
de haber sido parte del cantar del reloj.
Fueron eternidades en espera,
en el deseo amarrado al olvido,
en suspiros sin tocar tu alma,
sin tu aliento penetrante en mi cuerpo.
Así como te fuiste, me fui,
el delincuente me volvió a robar,
esta vez a mí me rescato, te vi,
después de tanto amar, eras tú,
cubierto de mí,
cubriéndome de la luna,
por fin, para perennidad,
te amaré como te amé.