Tú, ahogo y respiro
encuentro el fuego y el delirio
suspirando por tu engatusante piel.
Pareces un hechizo
de esos envueltos de ayer y hoy
llorando el triste desaire
envuelto de agua salada,
derrama mis suspiros
en el ultimo puente agonizante
porque no estas tú,
delirante porque conoces
cada ritmo de mi respirar.
Te perdiste en el piélago,
prefriendo la lágrima atormentada
a la sonrisa solitaria,
comenzando a fantasear
tomaste el alma de mis secretos,
no había miedo,
la muerte posaba,
se hallaba cerca,
las noches del amante cesarían
recordando el hechizo de tu perspirar,
el único conocedor de la muerte,
tú, mi ahogo y respiro,
me condenarían.