El comienzo de un sentir
se empalma con nuestro decir.
Cada que decimos, otro espera.
Será que entre voces y sueños
navegamos sin vela, esperando
que no duela, pero resurge
del templo una esfera
que perpetua la intención
de tener mayor comprensión
sobre el que sufre y navega
en dulce de leche que infunde
el cariño que tanto anhelamos
ser.
¿Por qué existe el sufrir? Detrás de una mirada triste, hay un aprendizaje escondido. Si se mira a la cara a lo aprendido, el sufrir se vuelve dulce de leche y nuestro caminar se vuelve más armónico. Y es en esa armonía que nos volvemos el cariño que tanto anhelamos ser.