Espero la olvidada llovizna
sobre mis labios esmeralda,
durmiendo la ventisca,
callando el toque hiriente,
amanezco debiendo tu sonrisa,
bebiendo el veneno
de tu silencio
ensombrecedor.
¿Qué hacer si caduco
en tu voz ausente
de manos cabales?
Y no es por olvidarme,
y no es por rechazarme,
y no es por dejarme,
es por el alma adormilada
que vio por eternas
a las palabras enamoradas
de la mañana,
no de mí,
ni de ti,
sino del tiempo.
Reloj que otorga la salida,
y me regresa el sentido.
Esperando silenciar mi alma,
vi en ti, un refrescar
que nunca llegó,
vi en ti, un dormir,
y si no despierto
dormiré con la muerte,
dominado por el espíritu
de lo que pudiera ser,
pero no es.
Hay veces que es mejor, dejar ir. Lo que uno espera, una expectativa al aire, puede dominar a tal punto que la vida deja de ser alegría. Si llega ese momento, soltar nos llenará de más plenitud que si la expectativa llegara a ser como tú imaginas, pero jamás como esperas realmente.