La llave interior

La llave interior

Tengo la llave a mi ser interior, ese que aparenta ser un edificio de tantas pisos que me pierdo porque algunas puertas las mantengo afianzadas, sí­, clausuradas por miedo a ser invadido por el insensible, pero termino sin percatarme que cerrándome la puertas sólo afecto a aquel que llamo por el nombre de: Yo. Seré sincero, tengo miedo a ver lo que mis puertas guardan, sí­, acumulan a razón de centí­metro por perjuicio que formamos para defendernos del otro, pero esos metros que me quitan de espacio terminan siendo aplicados sólo a mi interior. Tú, sí­, tú… No sientes los prejuicios, a menos que te humille, pero al hundirte me agrego otro centí­metro más. ¿Por qué vivimos ciegos a tales acumulaciones? El miedo que roba ese sentido de seguridad es tu mejor aliado, ya que a través de él puedes deshilar a la idea de seguridad para coser una nueva identidad que sea sí­mbolo de actual integridad, aquella que no dependerá del hecho, sino de tu estado interior. Tengo la llave, ahora lo sabemos ambos, tú y yo, los dos tenemos prejuicios, el uno del otro, el otro del uno… ¿Quién aprenderá a usar la llave primero? ¿Qué encontrarás al abrir la puerta? ¿Metros y metros de debilidad, inseguridad e infelicidad que se tendrán que limpiar? No te preocupes antes de tiempo. Abre la puerta y quizá te sorprenderás de la belleza que te viste, pero si te asustas… No corras y pierdas la llave porque si lo haces no hay cerrajero en vida que te abra, tendrás que esperar a que mueras para que la llave universal te abra porque no hay nada que puedas esconder, ya que todo es libre en la eterna actualidad. Tú decides. Por mi parte, te confesaré que ya empecé a abrir los cuartos y espero contarte algún dí­a lo bello que es cada cuarto cuando el sol brilla en su centro con colores que hipnotizan hasta envolverte de fascinante amar. Espero algún dí­a, aunque no esté más aquí­, me cuentes en lo privado de tu alma que empezaste a abrir tus puertas y no puedes dejar de asombrarte de toda la felicidad que te toca al limpiar todos los cuartos de tu habitar. Te aman, sí­, a ti, sonrí­e y abre las puertas. ¿Qué esperas?
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Comentario (1)
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  • hector jimenez
    Abr 4th, 2011
    hector jimenez dice:

    De nuevo gracias, yo no sé de poesí­a, lo relaciono con lo poco que sé y me recordó una enseñanza llamada «Las 3 puertas» de la religión Bí¶n del Tí­bet que trata de que encuentres tu paz interior a través de 3 puertas (cuerpo, mente y habla)…

    🙂

    responder
 

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