Estoy al pendiente del árbol
que abraza mis penas,
sollozo al viento
lo que tanto me aqueja
y me suelto a la esperanza
de que algún día
me alcancen sus ramas.
Estoy al pendiente de las hojas
que acarician mi piel
para dejarme con destellos de luminosidad,
pendiente de la mente con su neblina
que me hace hervir mi emoción
y me entrego a la convicción
de su llegada.
Estoy al pendiente,
y entre tanto pendiente,
me pierdo del árbol
y de toda su plenitud.
Es así, como ignoramos
la belleza de todo
lo que nos rodea.
¿Cuándo nos rodearemos del verde
en vez de estar esperando su regreso?
La belleza está presente. Sólo depende de cómo ven tus ojos y cómo siente tu corazón.