El río de la existencia
La existencia es como un río, tiene que correr, jamás estancarse, ni ir tan aprisa que su claridad se apague, ni ir tan despacio que no haya más cauce. La existencia es como un río cuya agua debe permanecer en libertad mientras saciamos la sed de transcender la enredadera que nos ata al consumir. Entre más agua queramos controlar, más se nos aprieta el cuello: es la enredadera que nos aleja de la fuente de vida creando un estanque de soledad. El río nace de la lluvia de un ayer, lagrisas que nos parieron, empuje de creación explotando en aquel amor que incondicional nos cobija para que aprendamos a contemplar al río y su claridad sin querer poseer su verdad para vivir en plenitud: su signo, la paz. Si te pierdes en el bosque en busca del río y sediento te encuentras, deja de temer y observa a quienes humildes recogen agua del rio para llevarlo hacia su hogar, aquella agua que hemos olvidado al desear controlar lo incontrolable: la existencia misma que nos mira desde el espejo de la conciencia. Si en busca del río te encuentras pero nadie te observa, recuerda que puedes existir días sin agua, pero es el aire lo que te aviva la consciencia, respira profundo, respira con lentitud, respira con conciencia para que llegues al río y te sacies del amor que en tu antiguo caminar se te negó por ignorancia: querer guiar en fe ciega siendo que el río es vida. Sigue, sigue así, camina por donde no hay más camino, anda por donde no hay más andar, sana cuando aparece el sufrir y descubre al río que nunca se fue, río vivo, río que buscas en un bosque cuando está aquí, contigo: ahí donde no hay más camino, en frente de ti, a un respiro de tus pies, agua viva.
Neide Pissoler dice:
Muy lindo! Asi me siento, cómo un río…
Lina Ru dice:
Hermosa Neide, el río que eres, me llena de paz al saber que existe gente como tú. Luz!
Pingback: Flores del amor » Poemas experimentales y audiovisuales