La rebelde posmoderna
La rebelde posmoderna a veces sigue las reglas para ver que se siente comer con cubiertos los hiatos que deleitas en signo de revolución. La rebelde posmoderna supera a la crisis de identidad usando dos popotes para domar a la aparente dualidad: uno para inflar a la sinalefa, inyección de libertad y otro para desinflar al crítico, respiro de relatividad. La rebelde posmoderna se cansó de ver que todo es relativo, pero entiende que sin esa relatividad seríamos esclavos del que abrazando a la dualidad exige elocución poética. La rebelde posmoderna encuentra plenitud en los rincones que la vista condena y encuentra que la belleza es una forma de ver transparente que supera a la textualidad. La rebelde posmoderna suelta el romance textual hacia la objetividad y encuentra a la verdad en la intersubjetividad, ni aquí, ni allá, en ambos, y a veces ninguno, casi tocando a la universalidad. La rebelde posmoderna se observa a sí misma y encuentra a la realidad, es la existencia misma mirándose a sí misma hasta tocar a la consciencia que la funde con la luz poética que le da el palpitar de incondicionalidad. Es así como la rebelde posmoderna se vuelve la poética misma, y se rebela en contra del gigante posmoderno que la educó a pensar en rebeldía, le muerde una pierna y encuentra en ese bocado un pedacito de sí misma pero ya siendo otro ser, otra época, otro ritmo de caminar que la lleva hacia el ser verdaderamente libre y auténtico.
Alba dice:
Muy buen poema. Felicitaciones!… Muy lindas expresiones.-