Muerte irreal
sentí tanto
que morir
se transformaba en vivir,
cada palabra
arrojada a nuestro mar,
logró nadar
hasta el final.
Me dejé arrastrar
por las dulces nubes
que se formaban
a nuestro alrededor,
confundiendo el ayer
con el sol
que deslumbra mi corazón.
Nunca podría desvanecer
la blancura del horizonte,
nunca transformaría el alma
que traduce la añoranza
en esperanza.
Los lagos formaban
las perlas de mi cara,
tomaban la muerte en vida
y llenaban las cavidades
de esperanza,
sin importar el final,
sin desear más
que nuestra felicidad.