No te quiero convencer
Lina Ru
No te quiero convencer
No puedo explicarme a los demás, su trayecto está formado por pedazos de sílabas bailando a la media luna de la imaginación. No puedo acomodarme a sus rutas, su definición me está carcomiendo la intuición. No puedo dedicarme a sus imágenes falsas de bondad porque su violencia me está cocinando la motivación. Tan hipócrita su hablar, tan tenue su caminar, que me canso de elaborar. ¡No quiero convencer! Me cansa la posición inerte del que compone sobre el otro pensando que así obtendrá la aprobación del dignatario de la sociedad real, aquella basada en la tradición mecánica del carismático. Tanta inseguridad pintada de galantería, convenciendo al dormido de que su elegante proceder nos llevará a la verdad. Baila con la corte real si quieres inmortalizar tu nombre en papel, pero te advierto se quemará tan pronto le quites la vista. En cambio, si aprendes a distinguir por ti mismo cómo tu mente es una entidad, un sentido más compuesto del oír impresionado por el tacto, el tacto impactado por el olfato, el olfato adornado por la vista, la vista decorada por el tacto, el tacto dispuesto de emoción, la emoción compuesta del concepto y el concepto hecho precepto, verás que no hay motivo para bailar más. Nadie conoce lo que es la verdad y si lo sabe, lo mantiene en silencio, así que mientras te hablo, siente mi hipocresía en tu mente, aquella que trastorna todo lo que te toca hasta que veas que: ¡No te quiero convencer!
La falta de originalidad nos ha mantenido estancados en un montón de ilusión, una creación mental que termina consecuente como violencia. El motivo motor, el verdadero impulsor, de la paz es la capacidad creativa. El desarrollo del hombre bondadoso de fondo sólo se logrará cuando «observe» -insight- con claridad su perspectiva no verbal. Tanta verborrea hace al individuo violento y si no es así, entonces ¿Por qué si invertimos tanto en desarrollar y conservar el lenguaje seguimos en estado catatónico de estrés que explota en violencia? Muchas razones… La más importante es la pregunta: ¿Quién soy? Respuesta: «Silencio»