Priscila
suave inocencia,
se derrama por sus ojos inquietos,
llenos de asomada alegría.
Figuras la esfinge del lejano oriente,
sí, en aquellos remotos
llevada por el velero de la vida.
Quizá uno enamorado de sus ojos,
sus labios cuya miel brota,
perfil perfecto,
mujer hecha niña,
alivia el castigo del encierro oriental,
si dejas que tus ojos toquen el edén.
Perla negra, atrae abejas,
en tu niñez ocultas
el futuro cielo a tus pies,
llegando a ser
el futuro piélago de un encuentro furtivo
al amanecer.