Tinta y fuego
historia deshabitada parece respirar
debajo el latiente milagro al amar.
Los ojos acostados,
el cansancio de mi voz
de la luciérnaga de mi llorar,
derrama las palabras ocultas
por el caer del fruto pendiente.
El fuego se corroe
por debajo de mi punta gastada,
espera borrar el paso del tiempo
en un eterno descansar.
Es así, como se escribe en estos anocheceres,
aquellos párpados tendidos
sobre lágrimas frustradas,
desvelando el anhelo,
concediendo el deseo,
creando la sutileza enamorada
de esta tinta gastada,
fuego carcomido,
y eterna delicia hasta convertirme
en el rocío del amanecer.